El cerebro es el epicentro de nuestras funciones cognitivas, emocionales y físicas. Sin embargo, en ocasiones, puede ser vulnerable a procesos inflamatorios que afectan su funcionamiento normal.
Las células gliales son un tipo de células que se encuentran en el sistema nervioso y desempeñan diversas funciones importantes para el funcionamiento del cerebro y la médula espinal. Cuando se activan producen citocinas inflamatorias que dan lugar a alteraciones de la cognición, el estado de ánimo y el comportamiento, que son un sello distintivo de la alteración del bienestar. Además, las citocinas proinflamatorias desempeñan un papel clave en la depresión y las enfermedades neurodegenerativas relacionadas con el envejecimiento.
¿Qué es la neuroinflamación y por qué aparece?
La neuroinflamación es una respuesta inflamatoria en el sistema nervioso central como reacción a diversos estímulos. Aunque cierta inflamación es esencial para proteger el cerebro de amenazas, cuando esta respuesta se vuelve crónica y descontrolada, puede tener efectos negativos en la salud cerebral.
La inflamación excesiva en el cerebro y la médula espinal puede estar asociada con la activación de células inmunitarias, como las células glía, y la liberación de citocinas proinflamatorias. Esta respuesta será protectora y reparadora en casos puntuales y necesarios, pero también puede contribuir al desarrollo de patologías cuando haya un desequilibrio, especialmente cuando hay una inflamación crónica.
La neuroinflamación ha sido implicada en una variedad de trastornos neurológicos y degenerativos, incluyendo la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple, la depresión y la ansiedad.
¿Cómo podemos reducir la neuroinflamación?
El mantenimiento de patrones dietéticos adecuados debería ser un componente esencial de cualquier estrategia destinada a prevenir patologías neurológicas derivadas de alteraciones metabólicas sistémicas.
Para ello, hay algunos nutrientes altamente anti-neuroinflamatorios que nos pueden ayudar a revertir esta situación.
- Bioflavonoides: Flavonoides como el resveratrol, la curcumina, la quercetina o la apigenina han demostrado su efecto como moduladores de la inflamación. Incluirlos en la alimentación —o, incluso, como suplementos— es determinante para la prevención y tratamiento de la neuroinflamación. Hay que tener en cuenta que la clave de los bioflavonoides es la diversidad, ya que para poder traspasar la barrera hematoencefálica deben ser transformados por la microbiota intestinal. Por tanto, si comemos variado y equilibrado, fomentaremos una buena composición de la microbiota y, por ende, podrán gestionar correctamente los bioflavonoides.
- Ácidos grasos esenciales: Todo proceso de regulación de la inflamación requiere de la materia prima necesaria para producir las sustancias antiinflamatorias. La principal materia prima para esta función son los ácidos grasos omega 3 EPA y DHA.
- Ácidos grasos de cadena corta: La fibra dietética de los alimentos que ingerimos, son metabolizados por la microbiota intestinal para producir, entre otras sustancias, ácidos grasos de cadena corta (AGCC), los cuales tienen un elevado potencial regulador de la neuroinflamación.
- Magnesio: El magnesio ha demostrado también ciertos efectos neuro protectores y antiinflamatorios, por lo que es aconsejable tomarlo tanto a través de los alimentos ricos en magnesio como en forma de suplementación.