Ya llega el buen tiempo y mucha gente quiere empezar a hacer dietas estrictas y con resultados inminentes y rápidos. Por otro lado, estas mismas personas se encuentran que año tras año les cuesta más perder esos kilos y les supone más fuerza de voluntad poder llegar a los objetivos deseados.
Ni los productos light ni las dietas restrictivas son la solución a ninguno de tus problemas y, mucho menos, el camino a seguir para empezar a llevar una vida saludable. Y te diré más, el enfoque del planteamiento para la pérdida de peso seguramente tampoco está en tu plato, sino en tu equilibrio interno. Sí, exacto, no es que te engordes del aire, es que debes prestar atención a lo que está sucediendo dentro de tu cuerpo.
Si a menudo te preguntas por qué no pierdes peso si estás realizando deporte y/o comiendo saludable, puede que te interese seguir leyendo y revisar los puntos que te cuento a continuación.
1. Insulina elevada
La insulina se secreta cuando comemos azúcares, fructosa y, en general, carbohidratos y proteínas, pero básicamente, en respuesta a niveles elevados de nutrientes. Si el “interruptor” de la insulina está encendido, será muy difícil que podamos quemar grasa. ¿Por qué? Porque hemos comido y el cuerpo detecta que hay energía libre para utilizar. Por tanto, nuestro cuerpo va a reservar la grasa. Se la va a guardar para los momentos en que no tengamos comida disponible. Si el “interruptor” está apagado, no habrá insulina en sangre, por lo que tu cuerpo entiende que no hay comida y que tiene que utilizar otra fuente de energía, es decir, las reservas de grasa. Y, contrariamente a los rumores que suelen correr hoy en día, muy lejos de sentirte agotado o cansado, vas a tener más claridad mental y a potenciar tu flexibilidad metabólica.
2. Equilibrio hormonal
En las mujeres, cuando se da la bajada de estrógenos en la menopausia, es común que sufran de aumento de peso, sobre todo a nivel abdominal, entre otros muchos síntomas. Y, es que, la mayoría de la sintomatología típica de la menopausia es debida a esta bajada de estrógenos.
Esta hormona tiene muchas funciones en el organismo, entre ellas, ejercer un papel antiinflamatorio, mantener la salud de los huesos, regular el tejido adiposo y la sensibilidad a la insulina. Por todo eso, será necesario acompañar el proceso hormonal con una buena pauta nutricional que, no solo tenga en cuenta el aporte calórico, sino que también tenga en cuenta regular este desequilibrio hormonal y potenciar alimentos que ayudan a hacer la caída de estrógenos menos brusca.
3. Demasiada restricción calórica
Si eres de las personas que creen que comer poco es la mejor solución para la pérdida de peso, te diré que estás equivocado. Si comes por debajo de las calorías que necesitas, lo que va a ocurrir es que el cuerpo va a entrar en “modo ahorro”, adaptándose a la ingesta hipocalórica. Por tanto, bajará la temperatura corporal, tendrás más frío, estarás más cansado, etc. Y eso es, esencialmente, porque no le estás dando a tu cuerpo la energía mínima que necesita para poder funcionar a pleno rendimiento. Y a la larga, es evidente que perderás peso, pero a un alto coste: va a ser pasándolo mal, con ansiedad, poca adherencia y, lo más importante, estarás alterando tu metabolismo. Esta es la típica situación conocida como “efecto rebote”, en la que probablemente te habrás encontrado alguna vez y, como también deberás saber, no es nada deseable.
4. Inflamación de bajo grado
La inflamación de bajo grado mantenida en el tiempo puede ser otra de las causas por las que no estás perdiendo peso. Si, además de este problema sufres migrañas, problemas en la piel, hinchazón, pesadez, distensión abdominal, diarrea o estreñimiento, es muy probable que se esté dando en tu cuerpo una inflamación de bajo grado, lo que acabará dando lugar a una resistencia a la insulina de forma crónica, lo que nos lleva al primer punto de este post.
¿Qué implica tener resistencia a la insulina? Que siempre va a haber insulina en tu cuerpo, ya sea comiendo mucho o poco, y nunca vas a quemar grasas de forma eficaz.